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El diseño comparte desde hace tiempo protagonista con la oferta culinaria en el desarrollo de un concepto gastronómico. Bien a través del interiorismo (restaurantes de diseño), los gráficos empleados en el vestuario o el packaging, el menaje o el mobiliario.

 

La disciplina de diseño se ha impuesto como una herramienta de comunicación del concepto de restauración. Sin embargo, no ha sido hasta hace unos años cuando se ha valorado como vía para enriquecer la experiencia gastronómica. Hoy día el hecho de cuidar y perfeccionar cada mínimo detalle de un proyecto gastronómico es esencial para que el cliente se vincule con el espacio, el servicio y los elementos que lo componen, de manera fluida y atractiva. Esto no sólo propiciará la fidelización, sino también su permanencia y retorno. 

En el mundo del marketing gastronómico se habla de convertir a los clientes en fans de la marca. Y para ello se hace necesario trabajar en todos los ámbitos del nuevo restaurante: desde el análisis del mercado, a la definición de los elementos diferenciadores, la identidad de marca, la configuración de espacios y el desarrollo del concepto, sin el cual todo lo anterior no tiene sentido. 

Construir un todo que estructure el negocio en torno a una imagen identificable muy definida que cuente una historia es lo que hacen desde los restaurantes de alta cocina como los conceptos de nueva creación. Un proceso que cubre la definición de los uniformes, el ambiente estético y musical, y la implicación de los empleados para que sean capaz de transmitir esa filosofía estudiada.  

Las posibilidades del diseño en gastronomía 

En el caso del restyling de Oh My Toro, marca de restauración del Grupo Osborne, por ejemplo, el proyecto se abordó desde la creación de una ‘neotaberna’, para lo cual se requería actualizar la imagen, el entorno y la oferta de manera innovadora pero sin renunciar a la esencia. El objetivo era evolucionar hacia un concepto alineado con las nuevas necesidades del comensal y con las últimas tendencias, logrando una experiencia ‘instagrameable’ con la que llegar a un público más amplio. 

El desarrollo del restaurante Leña, de Dani García, por su parte, expresa el equilibro entre la técnica del cocinero y su respeto al producto y la versatilidad del asador, pero con un toque muy personal y una marcada influencia internacional. Para ello, una consultoría externa ha trabajado especialmente en las vestimentas originales de este tipo de espacios de restauración, basándose en tonos y materiales que hacen referencia al tipo de cocina.

Crear desde cero un concepto gastronómico permite crear un traje de etiqueta personalizado, un trabajo en el que se aúna la pertenencia de los empleados a un proyecto único que traslada una imagen de marca de estética atractiva y alto poder de convicción. 

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