Con obrador propio y puntos de venta en localidades como Gijón, Avilés o Ribadesella, Cremela va mucho más allá de la heladería tradicional. Su propuesta combina técnica, creatividad y una selección meticulosa de materias primas para dar vida a helados que conquistan al paladar, además de aportar valor añadido al restaurante.
Helados a medida para la cocina profesional
Cremela colabora con cocineros profesionales para el desarrollo de sabores exclusivos. José Salas, con años de experiencia en el sector de la restauración, entiende las necesidades de los chefs y trabaja codo con codo con ellos para traducir conceptos, ingredientes o emociones en helados únicos. A veces el helado nace del plato; otras, es el punto de partida de una nueva propuesta gastronómica. El resultado: elaboraciones que aportan textura, temperatura, contraste o matices inesperados a platos principales o postres, y que solo pueden encontrarse en el restaurante para el que se han creado.
Sabores con identidad propia y sorpresas de temporada
Aunque Cremela también ofrece al público general una carta cambiante según la temporada —con joyas como el helado de Té matcha con pomelo, el de seta shiitake, o el sorbete de fresas y rosas—, su verdadero valor diferencial está en su capacidad de adaptación y co-creación. Tanto en hostelería como en eventos especiales, diseñan helados a medida capaces de contar una historia o capturar una emoción. Desde un helado de limoncello inspirado en un viaje a Italia, hasta uno creado a partir de una receta ancestral rescatada por un chef.
Todos los helados Cremela se elaboran en su obrador propio con ingredientes seleccionados personalmente por José Salas, priorizando la calidad, el origen y el sabor real. Esa dedicación se percibe en cada cucharada y es la razón por la que cada vez más profesionales confían en la firma para diferenciar su oferta.