"Cuando tu restaurante enferma, también tienes que ir al médico". Esta frase resume el espíritu de una iniciativa creada para ofrecer soluciones reales, ágiles y prácticas a los propietarios y emprendedores del sector gastronómico. Porque gestionar un bar, una cafetería o abrir un restaurante es una tarea compleja, exigente y muchas veces solitaria.
En España, pedir ayuda sigue siendo un tabú. Culturalmente, aún se espera que los empresarios sean capaces de con todo, sin mostrar debilidad. Levantar la mano para decir "no puedo con mi negocio" o "no me salen los números" cuesta. Por eso, este consultorio rompe esa barrera: al ser tan accesible
-mediante WhatsApp o email- facilita el primer paso para pedir ayuda profesional. Y lo más importante: cambia el enfoque. Pedir ayuda no es rendirse, es conocerse, saber hasta dónde llegamos y enfocarnos en lo que realmente somos buenos.
Con ese objetivo nace El médico de los restaurantes, un consultorio gratuito para hosteleros, pensado para no interrumpir el ritmo frenético del día a día. Un espacio donde pedir ayuda no cuesta, ni en dinero ni en energía, y donde se ofrece acompañamiento especializado en la gestión y el bienestar del empresario hostelero.
Además de ofrecer respuestas, esta propuesta da visibilidad a una figura profesional aún poco conocida en España: el consultor de restaurantes. Y lo hace desde una perspectiva innovadora, centrada en la inteligencia emocional, la personalización y la creación de soluciones adaptadas a los recursos reales de cada negocio: tiempo, dinero y energía.
Detrás de esta iniciativa está Roberto Ruiz Rúa, consultor especializado en hostelería, que ha atendido más de 7.000 consultas a través de su web Montar un bar y sobrevivir. Junto a Barra de Ideas, ha reabierto el consultorio tras una temporada completa respondiendo dudas por email y WhatsApp, generando una auténtica biblioteca de conocimiento al servicio del sector con más de 18 artículos publicados y casos reales atendidos.
Los testimonios hablan por sí solos
Desde propietarios agobiados por la subida de los costes o los conflictos entre socios, hasta quienes se enfrentan a un relevo generacional en sus negocios.
Antonio Jiménez, propietario de un restaurante, escribió: "Llevo unos meses súper agobiado con la subida de los proveedores y no me salen los números ni por activa ni por pasiva. Estoy desesperado, frustrado, y no sé qué hacer ni a dónde dirigirme. Además, el día a día me absorbe y no tengo tiempo para pensar. Te agradecería que me orientaras un poco".
María, que acaba de asumir el bar familiar tras el relevo generacional, no se identificaba con el modelo. "Me siento frustrada, agobiada, y encima ellos siguen encima de mí, opinando y cuestionando cada decisión. No sé cómo gestionar esta situación sin romper con todo".
Alberto, Juan y Patricia, tres amigos que decidieron abrir juntos un café de especialidad, como socios eran "un desastre"."Hay conflictos constantes, no sabemos cómo organizarnos ni tomar decisiones. Me da miedo que esto acabe con nuestra amistad. No sabemos por dónde empezar".
¿Cómo responde el médico de los restaurantes?
Todos encuentran en el consultorio un espacio donde ser escuchados y obtener orientación práctica, porque, ante situaciones tan dispares, pero tan comunes en el sector, la respuesta siempre comienza con respeto y empatía.
Roberto parte de la base de que el modelo de negocio gastronómico es complejo y emocional. Por eso, las soluciones se adaptan al contexto y los recursos reales de cada emprendedor, buscando siempre decisiones viables, coherentes y sostenibles.
Además, el consultorio promueve una cultura empresarial saludable, ofreciendo recursos gratuitos como artículos, vídeos, eBooks y pequeños planes de acción que los propietarios pueden aplicar por sí mismos.
Para quienes necesitan un acompañamiento más profundo, Roberto también ofrece acceso a su plataforma de consultores y asesores gastronómicos, formada por profesionales que han pasado por su programa Consultor de Restaurantes, en marcha desde 2013.
El objetivo es ayudar a los hosteleros a mejorar la gestión de sus negocios, pero también a cuidar de sí mismos. Porque en la hostelería, pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de inteligencia empresarial.



