En España, más de 18 millones de hogares generan aproximadamente 900.000 toneladas anuales de residuos textiles —ropa, calzado y textil del hogar— de los cuales un alarmante 88 % termina en vertedero, una señal clara de la urgencia por cambiar nuestros hábitos.
Desde Resuinsa, llevamos más de dos años trabajando en un proyecto pionero centrado en la recogida, tratamiento y transformación de residuos textiles procedentes del sector hotelero. Gracias a esta experiencia, estimamos que los hoteles generan cerca de 500.000 kilos de residuos textiles al año en España. Aunque se trata de una cantidad considerable, resulta mínima si la comparamos con los volúmenes generados en el entorno doméstico.
Esta brecha se explica en gran parte por un modelo de consumo impulsivo y efímero en los hogares, donde la moda rápida y los precios bajos han hecho que el textil se perciba como algo desechable, fomentando un modelo ‘usar y tirar’ que genera grandes volúmenes de residuos sin vías adecuadas para su recuperación.
El reciclaje textil doméstico, aunque existe, sigue siendo limitado y fragmentado: la recogida selectiva está poco implantada, la conciencia es baja, y los canales profesionales para gestionar estos residuos son escasos comparados con el sector hotelero. Como resultado, la mayoría acaba en vertederos o incineradoras sin tratamiento adecuado.
Cada vez más, en el sector hotelero vemos cómo se apuesta por un modelo profesional, planificado y sostenible. Los textiles están diseñados para durar, con tejidos técnicos certificados que soportan cientos de lavados industriales y con un diseño atemporal que no depende de modas pasajeras. Además, muchos hoteles aplican protocolos específicos para maximizar la vida útil de sus productos y están apostando por iniciativas innovadoras que impulsan una economía circular real.
Desde nuestra experiencia en Resuinsa, estamos convencidos de que fomentar un cambio de mentalidad es clave para avanzar hacia una economía circular textil real y efectiva. Si los hoteles pueden reducir su huella sin renunciar a la excelencia, creo firmemente que el consumo doméstico también puede dar un paso hacia un modelo más consciente.
Desde la gestión hotelera podemos aprender que no se trata solo de reciclar más, sino de repensar cada etapa: elegir productos duraderos, cuidar su uso y lavado, y apoyar sistemas organizados de recogida y reciclaje. Estoy convencido de que, si aplicamos estos principios también en el ámbito doméstico, podremos reducir significativamente su impacto y alargar la vida útil de cada prenda, generando un valor real más allá del primer uso.